diciembre 10, 2014

Estudiar Periodismo



Finalmente me he rendido ante aquella fuerza que incontenible me arrastraba, me halaba hacia sí. Me he sometido tras dolorosas batallas, sorprendentemente con docilidad y hasta placer por ser derrotado. Tras siete años he cedido: estudiaré periodismo y si el espíritu rebelde no me posee nuevamente, en cinco años seré periodista.



Corría abril de 2007 cuando hice mi solicitud de carrera aun a sabiendas que independientemente del sitio al cual me mandara la OPSU no comenzaría estudios universitarios ese año, puesto que estaba decidido a iniciar y terminar la novela que en ese entonces ocupaba mis pensamientos. Sin embargo les seguí la corriente a los demás y llené la planilla del RUSNIES, como sabía que mi mamá se opondría a que estudiara fuera de Barquisimeto, introduje la licenciatura en Artes en la UCV como segunda opción y educación en Lengua y Literatura en la UPEL de Barquisimeto como la primera.

Como soy una persona reservada que solo comunica sus determinaciones a un reducido grupo de personas, mis selecciones para futuras opciones universitarias enfrentaron la oposición de dos de mis más íntimas profesoras del liceo: una que me aconsejó no estudiar arte puesto que era una carrera que me condenaría a morir de hambre y la otra que me aconsejó no estudiar educación por la misma razón que la primera nombró. Lo que me dolió no fue el desprecio a mis opciones (de todas maneras ya había decido no iniciar estudios ese año) sino otro aspecto: ambas me aconsejaron estudiar ingeniería o si me gustaba la educación, estudiar matemáticas o físicas y así “rebuscarme” con ellas. Eso demostró que aunque habían compartido mucho conmigo, seguían sin conocerme: no soy persona de números ni de fórmulas, lo mío es la investigación, la creación de la nada, hundirme en la lectura profunda y entregarme a ella… moriría de hambre como ingeniero.

En fin, el proceso de ese año pasó y no supe la decisión de la OPSU sino hasta octubre pasado cuando finalmente abrí los resultados: me mandó a la UPEL. Mi tercera opción en la planilla de la OPSU fue la que quizás debió ir primera: comunicación social en la UCV. Nuevamente, la misma profesora que me aconsejó que estudiara física, me dijo que no estudiara comunicación social, que había muchos periodistas y pocos medios, que primero fuera ingeniero y luego periodista. Aunque no me gustó su opinión la tomé como cierta hasta hace unos meses.

Desde mis primeros años era obvio que mi futuro estaba en lo investigativo o en la redacción: de niño realicé muchos, innumerables trabajos de geografía, lengua, historia y ciencias que los profesores catalogaban de brillantes, además sentía una enorme pasión en investigar en los libros para descubrir cosas nuevas y un respeto magnánimo ante las normas de la gramática y la ortografía.

En sexto grado y nuevamente en octavo, cuando a la clase nos mandaron a realizar periódicos, mis dos creaciones tuvieron la más alta nota y en el liceo, la recomendación de la profesora de estudiar periodismo, lo cual parecía obvio desde los seis años: el béisbol era mi desayuno, mi almuerzo, mi cena y el motivo de mis sueños, pero mi falta de talento para batear y fildear, sumado a mi incapacidad física (baja estatura) para desarrollar una poderosa recta y convertirme en buen lanzador, parecían condenarme a vivir del béisbol pero desde otra faceta, no la del pelotero, la del que pone a funcionar el juego, sino del puente entre él y el espectador: el periodista.  

Desde muy niño siempre le he prestado mucha atención a lo que los narradores y comentaristas dicen del juego y desde que tengo uso de razón, lo primero que leo de un periódico es la sección de béisbol. La previa de los encuentros solía calármela siempre que podía, pues era mucho lo que se podía aprender en ella y de hecho, desde el bullpen, mi primer blog y en el que más he trabajado, no existiría de no ser por escuchar y leer atentamente a Juan Vene, Delio Amado León, Carlos Alberto Hidalgo, John Carrillo, Alejandro Freire, Humberto Perdomo, Manuel Rodríguez, Fernando Alvarez y demás.

Lo que pasaba entonces era que después de la trágica final de la 2006-2007 estaba enojado con el béisbol, un enojo que terminó en 2009, luego de que le devolviera el sentido a la existencia (historia para otro día). Entonces consideraba mi antigua devoción por el béisbol como una necia inocentada del pasado, como lo fueron considerar a los Power Rangers y a Pokemon como los mejores programas de la historia. El clima político venezolano tampoco ayudaba en motivarme a estudiar periodismo: la división entre chavistas y opositores me sigue pareciendo estúpida y la forma de hacer política de ambos me parece sucia y desleal.

¿Qué ha cambiado entonces, desde 2007 para acá, que me ha hecho retomar mi vocación primaria de convertirme en periodista?

Diría que primero está mi devoción renacida por el béisbol. Ahora todo lo veo desde una perspectiva más madura y las nuevas tecnologías nos permiten cubrir e investigar el béisbol en formas que antes eran impensables o no accesibles a todos. El fanatismo por un equipo (Magallanes) es cada día menos intenso, lo que me ha hecho tener un ojo más objetivo y menos parcializado, mi dominio del inglés me ha hecho ver que fuera de nuestro país el béisbol está cambiando y ahora se analiza de formas novedosas, puedo ayudar a llevar nuestro béisbol en esa dirección. Como periodista puedo incidir directa e indirectamente en la expansión del béisbol y con el internet a mi alcance esta antigua utopía, ya no lo es, incluso sin ser periodista, mi blog ha traído gente de países con poca tradición beisbolera como España, Italia, Brasil y más recientemente Holanda, que me escriben para saber más del béisbol, pero lamentablemente la necesidad de ganarme la vida en otras actividades disminuye mi tiempo para dicha causa. Graduándome de periodista puedo ganarme la vida justamente haciendo eso.

Otra situación que me mantenía al margen de esta carrera era la situación política del país. Quiéranlo o no admitir, los medios de comunicación han sido soldados activos en esta guerra sucia y yo no quería ser parte de ello. Sin embargo y gracias a este espacio me di cuenta del poder de la palabra, de la capacidad que tiene la palabra escrita de encender o apagar un grupo determinado de gente. Pienso en el Decreto de Guerra a Muerte, de las Tesis de Lutero, del Oh Freunde nicht diese töne, del Evangelio, del Corán, del Manifiesto Comunista, del I have a Dream… a veces una palabra es suficiente para cambiar el mundo, para cambiar una vida, para transformar, destruir el status quo. Los periodistas tienen como herramienta básica de su trabajo a la palabra…y no se dan cuenta del enorme poder que ella tiene, manejamos una poderosa arma de construcción masiva.

En estos catorce años de dimes y recontra dimes, de toma y dame, los periodistas la mayor parte del tiempo han tomado la posición pasiva de ser peón de uno de los dos bandos, de decirle a la ciudadanía pasó esto, pasó aquello, tal persona dijo esto y la otra le respondió aquello, etc. No se dan cuenta que pueden influir en un cambio en la mentalidad de la sociedad venezolana. Insisto, desconocen el alcance de la palabra.

Lamentablemente en Venezuela, el periodismo es casi vista como una carrera de personas superficiales: mujeres bonitas que son modelos y misses ocupan los lugares que otras mujeres, menos agraciadas pero más talentosas, honestas y mordaces deberían ostentar. Hay mucho que se pierde por darle un cargo a la persona equivocada. Fue esa otra de las razones que me alejaron de la comunicación social, pero a fin de cuentas, pensé, cuando se es bueno, muy bueno, a uno se le abren las puertas donde sea.

Aunque he dicho que mi intención primaria de estudiar periodismo es especializarme en béisbol, no descarto un posible cambio en esa dirección, quizás me termine interesando más el periodismo investigativo o el de carácter internacional o el político (sé que nunca me interesará el de sucesos o el de farándula), tengo bien claro que el periodismo no debe ser limitativo, después de todo, Mark Twain escribía de todo: bien criticaba el Vaticano como satirizaba al emperador belga, combatía el racismo y el imperialismo y nos daba excelentes piezas de arte literario o nos contaba cómo le fue en el juego de béisbol del domingo.

Es el solo uno en la larga lista de genios que se dedicaron al periodismo y de quienes me siento orgulloso por seguir sus pasos. Andrés Bello, fue quizás el primer periodista venezolano en su desempeño como director de la Gaceta de Caracas, el primer periódico de la nación… y Bello influyó enormemente en la vida intelectual de un país (Chile). Ambos fueron genios autodidactas.

Henry Chadwick fue el primer periodista deportivo del mundo y probablemente una de las personas responsables en la consolidación del béisbol como un deporte grande. No solo fue principal artífice en la adición y mejoramiento de las reglas del juego sino un revolucionario en lo que periodismo deportivo se refiere: gracias a él, los periódicos le dieron más centimetraje al deporte, pues Chadwick no solo escribía de béisbol sino también de cricket y ajedrez. Entre sus hitos periodísticos destacan haber sido corresponsal de guerra durante la contienda civil en los Estados Unidos, escribió para innumerables diarios, especialmente sección deportiva, dirigió el Sporting News, la Baseball Guide, inventó el sistema de anotación en el béisbol, los box scores, las fichas personales de los jugadores, los promedios de bateo, fildeo y la efectividad de los lanzadores.

Gabriel García Márquez, un genio de la literatura latinoamericana llego a denominar al periodismo como “el mejor oficio del mundo”, y es que el Gabo hizo arte del periodismo. Su Relato de un Náufrago, publicado en 1955 capturó la atención de un país entero. Su Viaje por los países socialistas, es una muestra del periodismo vivencial, un término que yo utilizo para nombrar aquel tipo de periodismo en que el periodista habla de tú a tú con el lector y que está realmente poco cultivado, incluso en el mundo.

Y dicho esto, mi otra gran pasión, la literatura, es compatible totalmente con el periodismo, una conexión que no existía con mi carrera anterior (administración). La lista de grandes escritores que encontraron un nicho en el periodismo es larga y notable. El oficio del periodista nos obliga a escribir constantemente, eso se traduce en que nuestra herramienta artística no deja de ser usada, al contrario se pule y se perfecciona.

Por último, las nuevas tecnologías informáticas (osea el internet) están propiciando la reinvención del periodismo. Surgen nuevas formas de informar, de llegarle a la gente, herramientas que descentralizan la comunicación y que indeteniblemente convierten al periodista en más independiente y libre. Se avecina una revolución que no quiero perderme.

Lo más difícil, desde luego, será renunciar a un amor que ha resistido dos décadas, pero tengo cinco años para hacerlo ¿no?

Estudiar periodismo vale la pena, solo si la vocación y la pasión son tan fuertes, que no puedes resistírteles.


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